8 sept 2008

Catalina Zell (de Schütz): Una vocera laica de la Reforma del siglo XVI

Martín Lutero, Ulrico Zwinglio, Felipe Melanchthon... los grandes reformadores fueron sin duda valientes varones que supieron jugarse por las convicciones de su fe. Pero, ¿la Reforma fue un asunto exclusivamente de varones? Es fácil imaginar que también las mujeres cumplieron un importante papel, pero no se suele hablar de ellas.

A la edad de sesenta años Catalina Schütz escribió de sí misma: "Desde los diez años fui una madre de iglesia, un ornato del púlpito y la escuela; estimaba a todas las personas con formación teológica, visitándolas mucho y sosteniendo con ellas mi conversación, no sobre el baile, las alegrías mundanas, las riquezas o el carnaval, sino sobre el Reino de Dios. Por eso tanto mi padre, madre, amigos y ciudadanos, como incluso varias personas eruditas con las que conversé mucho, me tomaron cariño, con alta estima y respeto."
¿Quién era esa mujer, que así describía su piadosa juventud? Catalina Schütz nació en la segunda mitad del año 1497 o en la primera de 1498, en la ciudad imperial libre de Estrasburgo, como hija de un acomodado artesano, quizás un maestro carpintero o zapatero, integrante del consejo de la ciudad.
La intensidad con la que ya desde joven trató de vivir su fe cristiana, la llevó -como ella misma afirma- a "grandes tribulaciones por causa del Reino de los cielos". Sin embargo, las "pesadas obras, el culto a Dios y el intenso padecimiento del cuerpo" no le ayudaron a encontrar "el consuelo y la certeza del amor y gracia de Dios". Esa incertidumbre en cuanto a su propia salvación, y el empeño con que buscaba lograrla, hicieron que la muchacha se "debilitara hasta encontrarse casi mortalmente enferma en alma y cuerpo".
La mayor parte de esa actividad religiosa la joven Catalina la desarrollaba en el ámbito que para ello brindaban los círculos de damas piadosas, vinculados a las diferentes iglesias en las ciudades medievales. En esos círculos de mujeres, además de realizar obras de caridad, también se leían textos de edificación y consolación cristiana. Posiblemente fue allí donde, entre 1518 y 1521, Catalina Schütz tomó contacto con las obras escritas y difundidas desde la lejana Wittenberg por el monje agustino Martín Lutero.
Ella misma relata cómo fue su encuentro con las enseñanzas del gran reformador: "Y mientras nos encontrábamos así, en medio de ese temor y preocupación en cuanto a la gracia de Dios, sin nunca poder hallar sosiego en la concreción de tantas obras, ni en los sacramentos de la iglesia, Dios tuvo misericordia de nosotras y de mucha gente más, suscitando y enviando con su boca y sus escritos al querido [...] doctor Martín Lutero; quien, tanto a mí como a otras, nos mostraba tan queriblemente al Señor Jesucriscristo, que sentí como si, enterrada muy profundo debajo de la tierra, se me estuviera tirando hacia arriba; sí, desde un infierno feroz y amargo, hacia un apacible y dulce reino celestial..."

Matrimonio y algo más

Desde el año 1518 era predicador en la catedral de Estrasburgo el sacerdote Mateo Zell. Él fue uno de los primeros en predicar allí el mensaje evangélico tal como lo había redescubierto Lutero. Entre las más de mil personas que se solían congregar para escuchar sus sermones, también estaba la joven Catalina.
Mucho después ella relatará que ya en el año 1521, Zell le había sugerido contraer matrimonio con él. Sin embargo, recién dos años más tarde ella se animó a dar semejante paso, que no dejaba de entrañar riesgos para su vida y su reputación como ciudadana honorable. Después de haberse comprometido en secreto en el mes de mayo de 1523, contrajeron matrimonio el 3 de diciembre del mismo año.
En la ciudad el rechazo a su decisión no se hizo esperar. Una serie de versiones difamantes e hirientes para la pareja, puestas en circulación -entre otros- por clérigos y teólogos opuestos a la reforma evangélica en Estrasburgo, la llevaron a publicar, en agosto de 1524, una obra fuertemente polémica titulada Exculpación de Catalina Schütz en favor de su esposo, el magister Mateo Zell (quien es un párroco y siervo de la palabra de Dios en Estrasburgo) a causa de las grandes mentiras inventadas sobre él.
En ese escrito Catalina Schütz sostiene que su matrimonio con el predicador del evangelio podía abrir, a modo de ejemplo, un camino de renovación para el estilo de vida de todos aquellos religiosos que, presionados por el celibato eclesial, se encontraban atrapados entre la obligación de cumplirlo y la continua y extendida tentación de transgredirlo.
"La cuestión del celibato me preocupa cuando veo cuántas almas desde el pasado hasta ahora y todavía hoy son presa del diablo. Ello también fue una causa por la que yo ayudé a instaurar el matrimonio de los clérigos, llegando a concretar el primero en Estrasburgo -con la ayuda de Dios-, por más que en ese entonces de modo alguno estaba dispuesta a tomar un esposo. Pero cuando vi el enorme temor y la feroz resistencia, además también la gran fornicación, yo misma tomé un esposo, con lo que intenté abrir el corazón y un camino a todos los cristianos, como espero haya ocurrido. Por eso también hice un librillo, en el que señalé el fundamento de mi fe y la razón de mi matrimonio, del que muchos se sorprendieron grandemente. Porque nadie había percibido en mí una actitud, palabra o acción que denotara mi voluntad de contraer matrimonio [...]. Sobre cómo manejaba sus asuntos domésticos mi actual esposo antes de que yo fuera su esposa, es algo por lo que no asumo responsabilidad. De hecho, se manejó tal como querían el papa y los obispos, que prohiben el matrimonio -dado por Dios- pero permiten la fornicación -que Dios prohibe- Por eso yo lo desposé, teniendo en cuenta su estilo de vida y el de otros, proponiéndome ganar su alma y la de muchos, por la gracia y poder de Dios, como tengo la esperanza puesta en Él, de haberlo logrado."

El derecho a la palabra

Hoy no nos sorprendería tanto, pero en aquella época no era para nada común que una mujer que no era monja, sino ciudadana laica, difundiera públicamente sus opiniones mediante panfletos impresos, en abierta oposición y denunciando a reconocidos teólogos de su ciudad natal. Por eso, al final de su bíblica defensa del matrimonio para los clérigos evangélicos, con notable sutileza y humor Catalina Schütz reivindica para sí se le conceda al menos el mismo derecho a expresarse, al que -según la Biblia- le fue concedido a la asna de Balaam:
"Si se dijera que no me corresponde opinar, y que hay otra gente más preparada que yo para hacerlo, respondo: Una vez habló una asna y vio al ángel que el profeta no quería ver (Números 22). Entonces, ¿acaso resulta un milagro que yo hable la verdad, máxime cuando soy un ser humano? Y Dios dice por medio del profeta Ezequiel, en el capítulo 22: "Tú, criatura [orig. aleman: Kind] de ser humano, ¿no vas a juzgar a la ciudad maldita, y mostrarle todas sus malditas obras?" [...] Pues bien, alguien podría argumentar que allí dice: "Tú, hijo [orig. Alemán: Sohn] de ser humano", por lo que no va dirigido a una mujer, sino a los varones eruditos, y que además Pablo dice >que las mujeres callen<. Yo respondo que en Galatas 3,28 el mismo Pablo dice: >En Cristo no hay varón o mujer<, y que Dios en el profeta Joel, en el segundo capítulo, dice: >Voy a derramar mi Espíritu sobre toda carne y los hijos e hijas de ustedes profetizarán<; y además, cuando Zacarías quedó mudo, fue Elizabet la que bendijo a María, la virgen. Entonces, tómese también por bueno lo mío. No pretendo que se me escuche como a Elizabet, o a Juan el Bautista o a Natán, el profeta que le indicó a David sus maldades, ni como a otros profetas, sino sólo como a la asna, que escucha Balaam, el falso profeta."
Sin embargo, a pesar de las argumentaciones bíblicas, la resistencia ante esta mujer que difundía sus opiniones a través de la prensa se hizo sentir. El consejo de la ciudad ordenó la confiscación de su Exculpación y notificó a su esposo para que le impidiera seguir escribiendo y publicando.
No obstante esto, pocos meses más tarde, en noviembre de 1524, muy posiblemente fuera ella la que publicó anónimamente una refutación y cuestionamiento a un escrito del monje agustino Conrado Treger; éste había decidido advertir a la Confederación Suiza sobre el peligro que entrañaban los predicadores de la "herejía luterana" que actuaban desde Estrasburgo (entre los que además del esposo de Catalina: Mateo Zell, figuraban Martín Bucero, Wolfgang Capitón y Gaspar Hedión).

Consolar en tiempos difíciles

Pero no sólo para defensa de su matrimonio empuñó la pluma Catalina Schütz. Su primer texto impreso fue una carta a las mujeres de la vecina localidad de Kenzingen, escrita en julio de 1524. Con respecto a esa carta su autora señala lo siguiente:
"Encontramos consuelo suficiente en toda la Escritura, el que continuamente debemos tener ante los ojos de nuestro corazón. Mas cuando nos debilitamos en nuestra carne, en todo momento debemos recordarnos unas a otros la Palabra de Dios, en la que somos confortados por nuestra fe, que nos es común a unas y otros, como dice Pablo a los Romanos en el primer capítulo. Motivo por el cual hice imprimir una misiva de consolación, que escribí y envié a las desconsoladas mujeres creyentes en Kenzingen, cuando se encontraban en medio de su mayor dolor y dura impugnación, sin consuelo y abandonadas por todo el mundo. Porque ellas bien podrían haber dicho junto con David: >¿Señor, hasta cuando te olvidarás de nosotras, y esconderás tu rostro de nosotras? [...] ¿Hasta cuando nuestros enemigos estarán por encima de nosotras?< (Salmo 13). Y en el Salmo 22: >Somos un enojo para la gente y una afrenta para todo el pueblo [...]. Nos han rodeado muchos perros, la jauría de los malignos nos ha cercado<. Quizás alguna vez -gracia de Dios mediante- les interpretaré este salmo a los sufrientes a manera de consuelo. Así también esa carta, que les envié a las mujeres de Kenzingen, la mandé imprimir para consolar a todos los que están sufriendo."
Una mujer laica, seguidora y vocera de la reforma evangélica iniciada por Lutero, consolando mediante carta circular a un grupo de mujeres cristianas... ¿Qué situación, qué tipo de padecimientos entre aquellas mujeres, la había llevado a predicarles a sus >cohermanasDesde 1519, Jacobo Otter se desempeñaba como párroco en Kenzingen, una pequeña ciudad rural a 50 kilómetros de Estrasburgo, al otro lado del Rhin (en la Selva Negra). Allí había comenzado a manifestar sus simpatías por Lutero, predicando públicamente el mensaje del evangelio a los fieles de aquella villa. Sin embargo, durante la primera mitad de 1524, el rigor con el que se comenzó a actuar en contra de los seguidores de la reforma evangélica en los territorios bajo dominio directo de los Habsburgo, tuvo consecuencias para Otter y su comunidad.
A causa de presiones y amenazas directas por las tropas del archiduque Fernando de Austria -hermano del emperador Carlos V- y por el apoyo de las autoridades locales a ese tipo de política represiva en la región, el predicador evangélico se vio forzado a abandonar Kenzingen el 24 de junio de 1524. En solidaridad con él y tratando de brindarle cierta protección en su huida hacia Estrasburgo, unos 150 ciudadanos de Kenzingen lo acompañaron. Pero al regresar, las tropas del archiduque les impidieron volver a la ciudad, forzándolos a refugiarse en Estrasburgo.
Unos 80 de ellos pasaron la primera noche en la casa del matrimonio que formaban Mateo Zell y Catalina Schütz. Durante un mes éstos atendieron a entre 50 y 60 de ellos en su hogar. La situación de persecución desatada contra aquella gente era extremadamente difícil. De pronto sus familias habían quedado solas y sus esposas eran, en cierta medida, rehenes de las autoridades enfrentadas con la reforma evangélica.
El trato que se imponía a quienes no renegaban de la reforma era durísimo: el secretario del consejo de la ciudad de Kenzingen, Juan Kruss, fue ejecutado sobre las cenizas de una hoguera en la que se habían quemado los libros y las biblias luteranas. Es en medio de esa situación de amenazas, incertidumbre y persecución, que Catalina -como su "cohermana"- les escribe A las sufrientes y cristianas mujeres de la comunidad en Kenzingen esta profunda reflexión bíblica, tratando de ofrecerles consuelo y alentándolas a permanecer fieles al evangelio de Jesucristo.

Sacerdocio universal... también para las mujeres

Durante los 24 años de matrimonio y de tareas pastorales compartidas junto con su esposo (Mateo Zell falleció en enero de 1548) le tocaron vivir muchas situaciones difíciles. En lo familiar, los dos niños del matrimonio fallecieron a temprana edad. Y en cuanto a su compromiso cristiano, Catalina Schütz afirma haber "sobrellevado peste y muertes, visitado y consolado a los atribulados y sufrientes en los calabozos, las cárceles y durante los momentos previos a la ejecución". En esos espacios de desconsuelo y desesperación "enseñó" y dio testimonio ante Dios, "trabajando con el físico y la boca [...] como no lo hizo ayudante o capellán de iglesia alguno."
Durante la tremenda represión desatada contra los campesinos en 1525, ella recorrió las aldeas contiguas a Estrasburgo para "visitar a las pobres mujeres y niños, y consolarlas". En su casa acogió a los fugitivos, y no tuvo en cuenta apariencias sociales ni vanidades, sino que por igual iba "a las casas de la gente pobre y la rica [...] con todo amor, continuidad y compasión".
Fue justamente en la pastoral de consolación donde Catalina Schütz desarrolló sus dones en el ejercicio del sacerdocio universal de todos los creyentes. Al respecto ella misma relata: "Mi piadoso cónyuge, que valoraba esta tarea, solía llamarme su ayudante, por más que yo nunca haya subido al púlpito, algo de lo que no tuve necesidad para mis actividades, ateniéndome a la enseñanza de san Pablo, la regla para las mujeres creyentes, que él dio en su época."
En la comprensión del sacerdocio a la que Catalina fue llegando desde su rol como mujer cristiana evangélica, aceptó los límites que según su comprensión habían sido impuestos por el apóstol Pablo. Por eso excluyó conscientemente de su actividad la predicación desde el púlpito y la administración de los sacramentos. Pero, manteniendo silencio en el templo, aprovechó el espacio público fuera de él, difundiendo mediante la palabra impresa su opinión tanto con textos de denuncia como de consolación.
Catalina Schütz, viuda de Zell, falleció a los 65 años de edad, en 1562.

BIBLIOGRAFÍA

Mc Kee, Elsie Anne: Katharina Schütz Zell, (vol.1) The Life and Thought of a Sixteenth-Century Reformer; (vol.2) The Writings. A Critical Edition (Leiden, 1999)
Zorzin, Alejandro (trad.): (Catalina Schütz) >Misiva (circular) a las mujeres de Kenzingen<; en: idem:Curso de ubicación histórica. Cuestiones de método y análisis de memorias significativas en el peregrinaje de la iglesia cristiana (Desde sus primeros tiempos hasta nuestros días) [= Curso de Educación Abierta/ ISEDET]; (Buenos Aires, 1998); pp.244-249.

Este ensayo originalmente fue publicado en:
Revista Parroquial (IERP, Buenos Aires) Vol.102/7 (julio 1997) pp.4-7